Javi era un esqueleto alegre, amistoso que tenía dos perros y se le veían los pelos de la nariz.
Un día, caminando por el bosque, se encontró a un vampiro que estuvo a punto de morderle pero Javi pudo escapar a tiempo con tan mala fortuna que a medida que corría, se le iban cayendo los huesos.
Se escondió tras un árbol pero el vampiro le iba siguiendo el rastro que iba dejando por los huesos hasta encontrarle; Javi le propina una torta que le hacen caer los colmillos del vampiro y como ya no los podía usar, se transformó en murciélago y se marchó volando.
Pero Javi tiene un problema, no tiene cerebro y se siente perdido en mitad del bosque y con pocos huesos. Y en mitad de la noche oye un gruñido que le hace encogerse, las piernas no se mueven y cuando se da cuenta tiene un hombre lobo encima y grita del susto.
-Tranquilo, no te voy a comer- dice el hombre lobo.
-¿Ah no? ¿Y entonces por qué me asustaste?
-Olfateé tus huesos que me condujeron hasta aquí y además no vengo solo.
El hombre lobo se apartó y dejó a la vista dos perros que salieron corriendo hacia Javi.
-¡¡Son mis dos perros!!
-Ellos también te estaban buscando, te echaban de menos al ver que tardabas en regresar a casa.
-Muchas gracias por traerlos hasta mí, ahora puedo volver sin problemas.
De este modo, Javi se despidió del hombre lobo y regresó contento a casa acompañado de sus dos fieles amigos.